Por Leïla Salamat - de Blignières
•
23 may, 2024
Una de las cosas que más trabajo últimamente en sesiones individuales es “aprender a decir NO”. Cuanto escuchamos (¡y decimos!) esta frase y qué difícil es aplicarla de verdad, siendo auténticas con nosotras mismas , y sin herir a la otra persona, sin ser o temer aparentar ser una persona egoísta , borde, “poca compañera de sus compañeros” …. Decidir si quiero decir que sí o que no sabiendo que en ambos casos habrá costes y beneficios, es ante todo ser honesta y auténtica con una misma . Cuantas veces, me he oído decir SÍ por inercia, por automatismo, casi como un reflejo: “sin problema”, “claro, mándamelo, me encargo yo”, “por supuesto, para ti siempre tengo un rato” … y luego arrepentirme por no tener tiempo para lo mío o enfadarme por tener que quedarme hasta las mil para poder acabar con mis propios compromisos y prioridades 😊 ¿Os suena? Aprender a decir NO, es un largo camino , desde la autoconsciencia y la voluntad de cambiar , desde el propósito y disfrute de serme leal , de estar conectada conmigo misma , de saber escuchar y entenderme . Un largo camino que cada una de nosotras puede comenzar a su ritmo, según su punto de partida. Durante mucho tiempo, asociaba el decir que no al egoísmo . Si buscamos la definición de esta palabra “fea”, la RAE nos dice “inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás” Culturalmente, no está bien visto decir NO , “hay que ayudar al prójimo” ,ser solidarias y generosas. Sin embargo, si nos fijamos en la definición del egoísmo con cierta distancia emocional y cierto nivel de objetividad , podemos apreciar el abismo entre decir no y ese “ excesivo amor a sí mismo ” y esa necesidad de “ atender desmedidamente al propio interés ”. ¡Una cosa no implica necesariamente la otra! Hace unos años, en el diccionario de ellasCoach definía la asertividad como “la habilidad de una persona a expresar su opinión, defender sus derechos de forma directa y respetuosa, sin intención de herir al otro” Para mí, ubicarme en la escala de la asertividad fue un ejercicio y una herramienta de una grandísima ayuda y la uso muchísimo en mis sesiones de coaching. En esta escala el equilibrio está en el medio, en la asertividad ; punto en el cual conseguimos escucharnos y comunicarnos con respeto y empatía para defender nuestras opiniones, trasladar nuestras expectativas o dar un feedback , y estamos abiertas al punto de vista del otro : la comunicación fluye . Sin embargo, me atrevería decir que la asertividad no es “natural” y que solemos estar en uno de los polos opuestos, - en la pasividad : digo que sí aun pensando no, o simplemente me callo, no opino, me ajusto a lo que dice la mayoría. No hay comunicación por mi parte y esto puede provocar resentimiento y enfado en mi. - en la agresividad : hablo con vehemencia, impongo mi punto de vista o me cierro al punto de vista del otro. Bloqueo la comunicación pues o bien se hace unilateral o provoca agresividad en respuesta por parte del interlocutor. Todos tenemos una preferencia y adoptaremos naturalmente más una respuesta de nivel 10 (agresividad) o de un nivel un 0 (pasividad) . Por lo tanto, la primera parte del ejercicio es ubicarnos en esta escala, ¡puede ser diferente según los entornos en los que me muevo (familia, trabajo, amigos, etc.) o no! Digo un ejercicio porque, para mí, realmente supuso (¡y sigue suponiendo en algunos contextos!) un esfuerzo, a veces lo consigo y otras no . Y está muy bien así, en todos los casos, hoy puedo verlo, pararme y reflexionar sobre lo que me ha permitido ser asertiva o lo que me lo ha impedido para así, poco a poco, poder entenderme y conocerme mejor preguntándome: ¿en qué situaciones me cuesta más? ¿Es más, con la familia? ¿En el trabajo? ¿Con los amigos? ¿Qué siento? ¿Qué me digo? ¿Y qué es lo que temo? A esta última pregunta, hablando con mis coachees , lo que más suele haber debajo de esta incapacidad a decir NO, es que nuestros interlocutores: piensen que soy una egoísta se ofendan no vuelvan a contar conmigo se dañe la relación piensen que no soy capaz Y si vamos un paso más allá, en la profundidad, siendo seres sociales con necesidad de pertenencia, lo que suele acabar saliendo es que tememos que dejen de apreciarnos, de valorarnos y de querernos . Al principio, para mí, estos motivos me eran completamente ajenos: “hombre, no, yo lo hago para ayudar, no hay que darles tantas vueltas a las cosas”. Poco a poco, haciendo el ejercicio en los diferentes contextos de mi vida, sí que había algo de estas aprensiones. Gracias a un gran maestro mío, hoy a mí me gusta verlo como dos caras de la misma moneda: SÍ / NO . Si digo que sí a la otra persona, me digo que no a mí misma : ¿a qué renuncio?, ¿Qué coste tiene?, ¿Me compensa asumir este coste? Si digo que no a la otra persona, me digo que sí a mí misma : ¿en qué me beneficia?, ¿Qué coste tiene para la otra persona?, ¿Y para nuestra relación?, ¿Me compensa? Puedo/quiero compensárselo a la otra persona con un "sí, pero ahora no.."? ¿Te atreves a probar el ejercicio? Te invito a reflexionar sobre ello y a ubicarte en la escala de la asertividad 😊