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Síndrome del impostor

(Foto: Tamara Gak) 

En las entradas anteriores, hablamos del perfeccionismo, una de sus manifestaciones es a través del conocido síndrome del impostor

¿En qué consiste? En pocas palabras, se trata de una profunda duda de la valía propia - aun habiendo demostrado lo contrario por sus logros y competencias - basada en la auto-persuasión que aquellos no son reales, ni merecidos o que son el fruto de un error o suerte (u otro factor externo) o bien de un esfuerzo abismal, provocando una sensación de impostura y una extrema inseguridad de ser descubierta como impostora. 

Muchas veces hablamos del síndrome del impostor en el entorno laboral, donde pasamos muchas horas y donde quizás sea más fácil de descubrir. Pero no es el único ámbito donde lo podamos sufrir; también lo podemos tener en nuestras relaciones amorosas o en nuestras actividades y proyectos personales

Las características más comunes que crean ese gran malestar para las personas que sufren del síndrome del impostor son, no solo creer profundamente que no están a la altura y que otros las puede «desenmascarar» en cualquier momento, si no también la necesidad de estar en el hacer y en la exigencia para compensar estas supuestas “lagunas”. En este sentido muchas de las personas que sufren del síndrome del impostor tienen características de la perfeccionista que comentamos en este artículo y que mantienen vivo el síndrome en un verdadero círculo vicioso:

• El estandard es tan alto que lo convierte en inalcanzable, siempre se puede hacer más, nunca es suficiente 
• Si nunca alcanza la perfección, vive y evoluciona a base de sus fracasos, y nunca está en su justo lugar pues no se lo merece y no merece el reconocimiento (feedback positivo, elogios, promoción, salario, pareja…) por lo tanto está siempre en una posición de impostora

Por lo tanto, la “impostora” vive en la obligación, en el “tengo que” y no desde el disfrute, el “quiero…”. “Tengo que ser la mejor en todo lo que hago… “, “No puedo fallar si no me van a desenmascarar/me echaran/me dejaran de querer”, “tengo que hacer esta tarea rápidamente y a la perfección para merecerme mi puesto/el respeto de los demás”…

El conocido fenómeno fue traído por Pauline Rose Clanse y Susanne Imes en el 1978 como el “fenomeno del impostor” en su trabajo llamado “The Imposter Phenomenon in High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention” (en inglés). Como lo indica el título, Clanse e Imes observaron una prevalencia del fenómeno en mujeres de alto rendimiento

Según su estudio, el origen del síndrome, muy a menudo remonta a la infancia y el círculo familiar. 
En la infancia, las personas con síndrome del impostor pueden haberse visto clasificadas como las más “sensibles” o las más “sociables” versus otro(s) hermano/as considerados como el/los “listo(s)”
En este caso, el conflicto interno puede ser en este caso de que una parte cree lo que se le ha dicho y otra está en desacuerdo y de alguna manera actúa como motor para alcanzar objetivos y logros remarcables y destacables. 

O por lo contrario, haberse visto etiquetadas como una persona superior en cuanto a su personalidad, su inteligencia, su apariencia y sus talentos. Una persona para la cual, todo está a su alcance y no solo esto, si no que está a su alcance con facilidad. Se le recuerda a menudo con ejemplos de lo precoz que fue desde bebé, lo pronto que anduvo, habló, aprendió a leer, etc. En otras palabras, en los ojos de su familia es “perfecta”
En cuanto la persona empieza a enfrentarse a situaciones en las que observa que no es cierto que puede hacer todo o al menos que algunas situaciones pueden resultarle difíciles, empieza también a sentir la presión y la obligación de cumplir con las expectativas. 

Una cosa importante con el síndrome del impostor y motivo de redactar este artículo es que es muy difícil de auto-diagnosticarse y reconocer este síndrome en uno mismo. Quizás sea el paso más difícil de dar, aunque afortunadamente cada vez se habla más de ello y, por lo tanto, se facilita la auto-reflexión. Si yo realmente creo que soy un fraude es un grandísimo paso plantearme sufrir de este síndrome, pues estoy convencida de ser una una impostora. Reconocerlo es reconocerse primero a una misma que "no soy un fraude, mis logros son reales y propios". Si tienes dudas, te recomiendo hacer el sensillo test creado por Pauline Rose Clanse para ayudarte a evaluar si sufres del síndrome del impostor

Acuérdate que dentro del perfeccionismo hay algunas facetas que pueden actuar como motores para ayudarte a alcanzar tus metas. Se convierte en dañino en el momento en el que tu nivel de perfeccionismo (a veces a través del síndrome del impostor) te genera estrés, ansiedad, depresión, basada en el miedo al fallo y un alto nivel de exigencia, autocrítica e insatisfacción y un bajo nivel de autoconfianza y de autoestima. 

Si crees que puedas sufrir del síndrome del impostor, comparto algunas estrategias para reflexionar y trabajar el síndrome del impostor

  1. Busca el origen de tu síndrome del impostor: puede ayudarte pensar en tu infancia. También te puede ayudar reflexionar sobre las situaciones que aumentan tu síndrome del impostor, las circunstancias en las cuales tus voces interiores se hacen más altas y negativas, o sea tus desencadenantes o “trigger es” en inglés. Por ejemplo, puede ser cuando tienes que hablar en público (“todo el mundo se dará cuenta de que no soy una experta”, “voy a hacer el ridículo”) o cuando empiezas un nuevo proyecto (“me van a pillar”) o cuando te promocionan (¿porque me eligen a mí? ¿Se habrán equivocado?) o en una sesión de evaluación anual o de feedback donde reconocen tu gran trabajo, competencias y logros (“me dice esto para no hacerme daño/herirme”, “no me lo creo”) 
  2. Observa y escucha tu narrativa: ¿qué te dicen tus voces interiores? ¿Cómo podrías retarlas? ¿Cómo podrías convertirlas en una narrativa positiva? 
  3. Si has encontrado tus triggers, prueba imaginar cuáles pueden ser las otras opciones de respuesta, diferentes a las actuales. Por ejemplo, cuando te seleccionan para un nuevo puesto, proyecto o promoción, o para dar una charla importante y tu voz interna te dice “¿por qué me han elegido a mí?”, piensa en otras opciones de narrativa como: “confío en mi manager, por algo me habrá elegido…igual le puedo preguntar por qué me ha elegido?!”. “Es cierto que soy la que más conocimiento/experiencia tiene en esta área”, “Pediré ayuda si la necesito y saldrá bien”, “Lo he hecho en el pasado y me ha salido muy bien.” Etc. 
  4. No te compares con los demás y si no lo puedes remediar, crea un mantra que te pueda ayudar a alejarte de las comparaciones, por ejemplo: “yo soy yo y soy suficiente”
  5. Escribe una lista de todo lo que has conseguido hasta ahora grande o pequeños hito
  6. Háblalo con tu entorno de confianza y si no lo tienes en tu entorno laboral, por ejemplo, créalo! Para que te puedas sentir vista y aceptada por tu auténtico yo. Elige unas personas con las que te sientes segura y verbaliza lo que piensas y sientes con el síndrome del impostor. Compartir esos pensamientos nos puede ayudar a darles un espacio. También al escucharnos decir esos pensamientos nos puede ayudar a reconocer que son frutos de tus miedos y en todo caso nos facilita sacarles de nuestro sistema y de nuestra narrativa. 
  7. Cuídate: ¿haz una lista del impacto tiene en mi salud física, mental y emocional? “Me impide dormir”, “a menudo siento miedo y/o tristeza”, “me impide darme visibilidad y créditos que me merezco en el trabajo”, etc…
  8. Practica Mindfulness para ayudarte a Volver al presente sin juicio y darte una merecida y legitima parada lejos de las preocupaciones, aunque sea unos minutos. Puedes usar una app o un video para hacer una meditación guiada sobre la autocompasión, la abundancia o la gratitud. 
  9. Prueba distinguir el ser del hacer: “no soy lo que hago", "si fallo, no soy un fracaso”. Y dedícate un tiempo para fomentar la narrativa positiva, reflexionando sobre lo que sí eres “soy una mujer, soy empática, soy…” 
  10. Empieza por “babysteps(pequeños pasos y retos): ¿con qué proyecto, tarea, área de tu vida quieres empezar a darte permiso para ser más autocompasiva y menos “perfecta”?, ¿Cómo sería entregar una presentación que bajo tus estándares esté al 80% “perfecta”?, o ¡¿ dejar la organización de aquel viaje con unos días de improvisación?! 
¿Te has reconocido en este artículo? ¿Te animas a probar alguna de estas estrategias? Como siempre desde la flexibilidad y el auto cuidado, empezando con “babysteps”, dándote permiso para fallar, aprender y disfrutar en el camino. ¡Nobody is Perfect! 

Por Leïla Salamat - de Blignières 31 de octubre de 2024
Es un concepto que traemos en todo lo que hacemos desde ellas Coach tras tratar una temática o situación concreta, preguntamos ¿cuáles son los pequeños cambios que quieres llevar a cabo? Empezar con pequeños pasos, de un nivel de intensidad y dificultad razonables es clave para no procrastinar y empezar desde ya y no desmotivarnos y abandonar en el camino. Siempre animamos a que estos baby steps sean lo más SMART posible. Me gusta siempre ponerlo desde la perspectiva de las 4 fases del aprendizaje de M. BROADWELL que explique en este artículo y que recuerdo por aquí: • Incompetente inconsciente : no soy consciente de mi “incompetencia”, es decir, no sé que no sé. • Incompetente consciente : ya me he dado cuenta de que no sé por lo que me pregunto qué es lo que quiero hacer con esta nueva información: lo quiero cambiar o me compensa más seguir como estaba. Si decido cambiar algo, entonces pongo en marcha un plan de acción que me lleva al siguiente escalón: • Competente consciente : y poco a poco, a base de baby steps, poniendo atención, siguiendo conscientemente un plan, de acción probando cosas nuevas y ajustando cuando no me funciona algún experimento (¡con auto compasión siempre!), empiezo a ser competente. Poco a poco, creo un nuevo hábito, una nueva competencia. • Competente inconsciente : cuando ya hemos implementado el hábito hasta tal punto que lo tenemos literalmente incorporado (incorporado viene de in corpore , dentro del cuerpo), y no necesitamos pensarlo o planificarlo conscientemente. Esta nueva competencia, este nuevo hábito, se convierte una rutina. Podemos situar estos babysteps, estos pequeños cambios en el escalón 3, el escalón del “competente consciente” – y como dice el gran Einstein “ es una locura seguir haciendo lo mismo y querer obtener resultados diferentes ” así que nos podemos proponer explorar, probar, testar nuevas formas de hacer, ver o “juzgar” las cosas . Suena fácil, pero requiere un esfuerzo consciente hasta convertirlo en un hábito, es decir llegar al escalón 4 de Broadwell, en la “competencia inconsciente”. Estamos acabando el mes de octubre, el mes que para mí significa la verdadera vuelta a la “normalidad”, la vuelta a cierta estabilidad tras el verano, la vuelta al cole y al trabajo. Es un mes perfecto para establecer ciertos cambios, elegir conscientemente algunos baby steps SMART para alcanzar mis metas profesionales y personales . Yo me di cuenta de que tengo una gran tendencia a seguir el ritmo frenético de nuestra sociedad VUCA (Volátil, llena de Incertidumbre, Compleja y Ambigua por sus siglas en ingles), una sociedad aceleradísima…y me veo inmersa en su flujo infinito de “to do´s” por inercia . Uno de mis objetivos es poner consciencia en ello y acercarme al “slow living” aunque solo sea de vez en cuando y poder alternar entre el modo fast y slow . Por ejemplo, he dejado el primer café de la mañana…ya, claro, para muchos esto no significará nada espectacular. ¡ Para mi marca un antes y un después entre una mañana a ritmo “biológico”, un despertar mental y físico muuuucho más lento y una mañana que empieza a ritmo “cafeinado”! Llevo casi un mes, y hasta hoy echo algo de menos el subidón que me daba mi primera taza de café. Era la primera cosa que ofrecía a mi cuerpo tras entre 6 y 9 horas de descanso, ¡iba directa al oro negro y mágico que me ponía en marcha y a tope para estar en el hacer, hacer y hacer un poco más! Y a la vez, veo también lo antinatural que resultaba este chute de cafeína provocando cierto nerviosismo instantáneo que empecé a notar en la aceleración de los latidos de mi corazón pocos días antes de pausar este hábito. Tambien, me he propuesto poner mucha atención en mi reactividad , es un verdadero esfuerzo de consciencia proponerme ver dónde puedo responder en vez de reaccionar. Como dice Viktor Frankl , la diferencia entre reaccionar y responder es un espacio de tiempo “en este espacio tenemos el poder de decidir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad. ” …y por esto tengo post-its, alarmas en el móvil, una cruz dibujada en mi mano izquierda como recordatorios para parar y usar esta libertad de la que habla Frankl y seguir creciendo como persona, madre, esposa, amiga… Y por último, me di cuenta de lo que me decía mi voz interna (¡a veces hasta me lo gritaba!) llena de juicio y de creencia limitante “ si no estas en el hacer, no estas siendo productivida, estas haciéndote la vaga, venga muévete ”. Tengo otro post-it que me recuerda la necesidad de alternar entre el hacer y parar . Parar desde el disfrute , el disfrute de no hacer NADA sin juicio para seguir en el camino de la gestión de la energía como comentaba en este articulo (https://www.ellascoach.com/legitimar-la-pausa-regulacion-de-la-energia). Y tú, ¿cómo has empezado el otoño? ¡¿De qué hojitas te vas a desprender para seguir creciendo?!
Por Laura González Ortiz de Zárate 15 de junio de 2024
¿Alguna vez has sentido una crisis vital fuerte?, ¿algo que sucede en tu vida e irrumpe con tu supuesta tranquilidad? Te cuento las razones más habituales por las cuales empezamos un proceso de Coaching.
Por Leïla Salamat - de Blignières 23 de mayo de 2024
Una de las cosas que más trabajo últimamente en sesiones individuales es “aprender a decir NO”. Cuanto escuchamos (¡y decimos!) esta frase y qué difícil es aplicarla de verdad, siendo auténticas con nosotras mismas , y sin herir a la otra persona, sin ser o temer aparentar ser una persona egoísta , borde, “poca compañera de sus compañeros” …. Decidir si quiero decir que sí o que no sabiendo que en ambos casos habrá costes y beneficios, es ante todo ser honesta y auténtica con una misma . Cuantas veces, me he oído decir SÍ por inercia, por automatismo, casi como un reflejo: “sin problema”, “claro, mándamelo, me encargo yo”, “por supuesto, para ti siempre tengo un rato” … y luego arrepentirme por no tener tiempo para lo mío o enfadarme por tener que quedarme hasta las mil para poder acabar con mis propios compromisos y prioridades 😊 ¿Os suena? Aprender a decir NO, es un largo camino , desde la autoconsciencia y la voluntad de cambiar , desde el propósito y disfrute de serme leal , de estar conectada conmigo misma , de saber escuchar y entenderme . Un largo camino que cada una de nosotras puede comenzar a su ritmo, según su punto de partida. Durante mucho tiempo, asociaba el decir que no al egoísmo . Si buscamos la definición de esta palabra “fea”, la RAE nos dice “inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás” Culturalmente, no está bien visto decir NO , “hay que ayudar al prójimo” ,ser solidarias y generosas. Sin embargo, si nos fijamos en la definición del egoísmo con cierta distancia emocional y cierto nivel de objetividad , podemos apreciar el abismo entre decir no y ese “ excesivo amor a sí mismo ” y esa necesidad de “ atender desmedidamente al propio interés ”. ¡Una cosa no implica necesariamente la otra! Hace unos años, en el diccionario de ellasCoach definía la asertividad como “la habilidad de una persona a expresar su opinión, defender sus derechos de forma directa y respetuosa, sin intención de herir al otro” Para mí, ubicarme en la escala de la asertividad fue un ejercicio y una herramienta de una grandísima ayuda y la uso muchísimo en mis sesiones de coaching. En esta escala el equilibrio está en el medio, en la asertividad ; punto en el cual conseguimos escucharnos y comunicarnos con respeto y empatía para defender nuestras opiniones, trasladar nuestras expectativas o dar un feedback , y estamos abiertas al punto de vista del otro : la comunicación fluye . Sin embargo, me atrevería decir que la asertividad no es “natural” y que solemos estar en uno de los polos opuestos, - en la pasividad : digo que sí aun pensando no, o simplemente me callo, no opino, me ajusto a lo que dice la mayoría. No hay comunicación por mi parte y esto puede provocar resentimiento y enfado en mi. - en la agresividad : hablo con vehemencia, impongo mi punto de vista o me cierro al punto de vista del otro. Bloqueo la comunicación pues o bien se hace unilateral o provoca agresividad en respuesta por parte del interlocutor. Todos tenemos una preferencia y adoptaremos naturalmente más una respuesta de nivel 10 (agresividad) o de un nivel un 0 (pasividad) . Por lo tanto, la primera parte del ejercicio es ubicarnos en esta escala, ¡puede ser diferente según los entornos en los que me muevo (familia, trabajo, amigos, etc.) o no! Digo un ejercicio porque, para mí, realmente supuso (¡y sigue suponiendo en algunos contextos!) un esfuerzo, a veces lo consigo y otras no . Y está muy bien así, en todos los casos, hoy puedo verlo, pararme y reflexionar sobre lo que me ha permitido ser asertiva o lo que me lo ha impedido para así, poco a poco, poder entenderme y conocerme mejor preguntándome: ¿en qué situaciones me cuesta más? ¿Es más, con la familia? ¿En el trabajo? ¿Con los amigos? ¿Qué siento? ¿Qué me digo? ¿Y qué es lo que temo? A esta última pregunta, hablando con mis coachees , lo que más suele haber debajo de esta incapacidad a decir NO, es que nuestros interlocutores: piensen que soy una egoísta se ofendan no vuelvan a contar conmigo se dañe la relación piensen que no soy capaz Y si vamos un paso más allá, en la profundidad, siendo seres sociales con necesidad de pertenencia, lo que suele acabar saliendo es que tememos que dejen de apreciarnos, de valorarnos y de querernos . Al principio, para mí, estos motivos me eran completamente ajenos: “hombre, no, yo lo hago para ayudar, no hay que darles tantas vueltas a las cosas”. Poco a poco, haciendo el ejercicio en los diferentes contextos de mi vida, sí que había algo de estas aprensiones. Gracias a un gran maestro mío, hoy a mí me gusta verlo como dos caras de la misma moneda: SÍ / NO . Si digo que sí a la otra persona, me digo que no a mí misma : ¿a qué renuncio?, ¿Qué coste tiene?, ¿Me compensa asumir este coste? Si digo que no a la otra persona, me digo que sí a mí misma : ¿en qué me beneficia?, ¿Qué coste tiene para la otra persona?, ¿Y para nuestra relación?, ¿Me compensa? Puedo/quiero compensárselo a la otra persona con un "sí, pero ahora no.."? ¿Te atreves a probar el ejercicio? Te invito a reflexionar sobre ello y a ubicarte en la escala de la asertividad 😊
Por Laura González Ortiz de Zárate 16 de abril de 2024
¿Algunas vez has visto sufrir a tu hijo o hija y te han entrado ganas de hacer "lo que haga falta" para evitarle su dolor? ¿te cuesta dejarle espacio para que gane en autonomía a la vez que quieres darle herramientas para que pueda evolucionar y crecer? ¡Te cuento un poco sobre esto y te dejo algunas ideas para poner en práctica!
Por Leïla Salamat - de Blignières 20 de marzo de 2024
Siento recordaros que, como seres humanos, nuestra energía es finita…sí, por mucho que a veces nos gustaría, no podemos estar a tope las 24 horas del día. Todos somos diferentes y tenemos necesidades variables, algunos necesitan dormir algo más que otros, algunos son matutinos y otros vespertinos, etc. En todo caso, el ser humano necesita alternar entre períodos de rendimiento y de descanso.
Por Laura González Ortiz de Zárate 16 de febrero de 2024
Uno de los retos a los que nos enfrentamos los seres humanos es el cambio. En las sesiones de Coaching nuestros clientes tienen un aprendizaje cognitivo, algo de lo que se dan cuenta y que, de alguna manera, quieren que cambiar. ¿Qué sucede? Que solo con el “darse cuenta” no es suficiente para que el cambio y la transformación se produzcan.
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