En las entradas anteriores, hablamos del perfeccionismo, una de sus manifestaciones es a través del conocido síndrome del impostor.
¿En qué consiste?
En pocas palabras, se trata de una profunda duda de la valía propia
- aun habiendo demostrado lo contrario por sus logros y competencias - basada en la auto-persuasión que aquellos no son reales, ni merecidos o que son el fruto de un error o suerte
(u otro factor externo) o bien de un esfuerzo abismal, provocando una sensación de impostura
y una extrema inseguridad de ser descubierta como impostora.
Muchas veces hablamos del síndrome del impostor en el entorno laboral, donde pasamos muchas horas y donde quizás sea más fácil de descubrir. Pero no es el único ámbito donde lo podamos sufrir; también lo podemos tener en nuestras relaciones amorosas o en nuestras actividades y proyectos personales.
Las características más comunes
que crean ese
gran malestar
para las personas que sufren del síndrome del impostor son, no solo
creer profundamente que no están a la altura y que otros las puede «desenmascarar»
en cualquier momento, si no también
la necesidad de estar en el hacer y en la exigencia para compensar estas supuestas “lagunas”. En este sentido muchas de
las personas que sufren del síndrome del impostor tienen características de la perfeccionista
que comentamos en este
artículo
y que mantienen vivo el síndrome en un verdadero
círculo vicioso:
• El estandard es tan alto que lo convierte en inalcanzable, siempre se puede hacer más, nunca es suficiente
• Si nunca alcanza la perfección, vive y evoluciona a base de sus fracasos, y nunca está en su justo lugar pues no se lo merece y no merece el reconocimiento
(feedback positivo, elogios, promoción, salario, pareja…) por lo tanto está siempre en una posición de impostora.
Por lo tanto, la “impostora” vive en la obligación, en el “tengo que” y no desde el disfrute, el “quiero…”. “Tengo que ser la mejor en todo lo que hago… “, “No puedo fallar si no me van a desenmascarar/me echaran/me dejaran de querer”, “tengo que hacer esta tarea rápidamente y a la perfección para merecerme mi puesto/el respeto de los demás”…
Según su estudio, el origen del síndrome, muy a menudo remonta a la infancia y el círculo familiar.
En la infancia, las personas con síndrome del impostor pueden haberse visto clasificadas como las más “sensibles” o las más “sociables” versus otro(s) hermano/as considerados como el/los “listo(s)”.
En este caso, el conflicto interno puede ser en este caso de que una parte cree lo que se le ha dicho y otra está en desacuerdo y de alguna manera actúa como motor para alcanzar objetivos y logros remarcables y destacables.
O por lo contrario, haberse visto etiquetadas como una persona superior en cuanto a su personalidad, su inteligencia, su apariencia y sus talentos. Una persona para la cual, todo está a su alcance y no solo esto, si no que está a su alcance con facilidad. Se le recuerda a menudo con ejemplos de lo precoz que fue desde bebé, lo pronto que anduvo, habló, aprendió a leer, etc. En otras palabras, en los ojos de su familia es “perfecta”.
En cuanto la persona empieza a enfrentarse a situaciones en las que observa que no es cierto que puede hacer todo o al menos que algunas situaciones pueden resultarle difíciles, empieza también a sentir la presión y la obligación de cumplir con las expectativas.
Una cosa importante con el síndrome del impostor y motivo de redactar este artículo es que
es muy difícil de auto-diagnosticarse y reconocer este síndrome en uno mismo. Quizás sea el paso más difícil de dar, aunque afortunadamente cada vez se habla más de ello y, por lo tanto, se facilita la auto-reflexión. Si yo realmente creo que soy un fraude es un grandísimo paso plantearme sufrir de este síndrome, pues estoy convencida de ser una una impostora.
Reconocerlo es reconocerse primero a una misma que "no soy un fraude, mis logros son reales y propios". Si tienes dudas,
te recomiendo hacer el sensillo
test
creado por Pauline Rose Clanse para ayudarte a evaluar si sufres del síndrome del impostor
Acuérdate que dentro del perfeccionismo hay algunas facetas que pueden actuar como motores para ayudarte a alcanzar tus metas. Se convierte en dañino en el momento en el que tu nivel de perfeccionismo (a veces a través del síndrome del impostor) te genera estrés, ansiedad, depresión, basada en el miedo al fallo y un alto nivel de exigencia, autocrítica e insatisfacción y un bajo nivel de autoconfianza y de autoestima.
Si crees que puedas sufrir del síndrome del impostor, comparto algunas estrategias para reflexionar y trabajar el síndrome del impostor:
- Busca el origen de tu síndrome del impostor: puede ayudarte pensar en tu infancia. También te puede ayudar reflexionar sobre las situaciones que aumentan tu síndrome del impostor, las circunstancias en las cuales tus voces interiores se hacen más altas y negativas, o sea tus desencadenantes o “trigger es” en inglés. Por ejemplo, puede ser cuando tienes que hablar en público (“todo el mundo se dará cuenta de que no soy una experta”, “voy a hacer el ridículo”) o cuando empiezas un nuevo proyecto (“me van a pillar”) o cuando te promocionan (¿porque me eligen a mí? ¿Se habrán equivocado?) o en una sesión de evaluación anual o de feedback donde reconocen tu gran trabajo, competencias y logros (“me dice esto para no hacerme daño/herirme”, “no me lo creo”)
- Observa y escucha tu narrativa: ¿qué te dicen tus voces interiores? ¿Cómo podrías retarlas? ¿Cómo podrías convertirlas en una narrativa positiva?
- Si has encontrado tus triggers, prueba imaginar cuáles pueden ser las otras opciones de respuesta, diferentes a las actuales. Por ejemplo, cuando te seleccionan para un nuevo puesto, proyecto o promoción, o para dar una charla importante y tu voz interna te dice “¿por qué me han elegido a mí?”, piensa en otras opciones de narrativa como: “confío en mi manager, por algo me habrá elegido…igual le puedo preguntar por qué me ha elegido?!”. “Es cierto que soy la que más conocimiento/experiencia tiene en esta área”, “Pediré ayuda si la necesito y saldrá bien”, “Lo he hecho en el pasado y me ha salido muy bien.” Etc.
- No te compares con los demás
y si no lo puedes remediar, crea un mantra
que te pueda ayudar a alejarte de las comparaciones, por ejemplo: “yo soy yo y soy suficiente”
- Escribe una lista de todo lo que has conseguido
hasta ahora grande o pequeños hito
- Háblalo con tu entorno de confianza
y si no lo tienes en tu entorno laboral, por ejemplo, créalo! Para que te puedas sentir vista y aceptada por tu auténtico yo. Elige unas personas con las que te sientes segura y verbaliza lo que piensas y sientes con el síndrome del impostor. Compartir esos pensamientos nos puede ayudar a darles un espacio. También al escucharnos decir esos pensamientos nos puede ayudar a reconocer que son frutos de tus miedos y en todo caso nos facilita sacarles de nuestro sistema y de nuestra narrativa.
- Cuídate: ¿haz una lista del impacto tiene en mi salud física, mental y emocional? “Me impide dormir”, “a menudo siento miedo y/o tristeza”, “me impide darme visibilidad y créditos que me merezco en el trabajo”, etc…
- Practica Mindfulness
para ayudarte a Volver al presente sin juicio y darte una merecida y legitima parada lejos de las preocupaciones, aunque sea unos minutos. Puedes usar una app o un video para hacer una meditación guiada sobre la autocompasión, la abundancia o la gratitud.
- Prueba distinguir el ser del hacer: “no soy lo que hago", "si fallo, no soy un fracaso”. Y dedícate un tiempo para fomentar la narrativa positiva, reflexionando sobre lo que sí eres “soy una mujer, soy empática, soy…”
- Empieza por “babysteps” (pequeños pasos y retos): ¿con qué proyecto, tarea, área de tu vida quieres empezar a darte permiso para ser más autocompasiva y menos “perfecta”?, ¿Cómo sería entregar una presentación que bajo tus estándares esté al 80% “perfecta”?, o ¡¿ dejar la organización de aquel viaje con unos días de improvisación?!
¿Te has reconocido en este artículo?
¿Te animas a probar alguna de estas estrategias? Como siempre desde la flexibilidad y el auto cuidado, empezando con “babysteps”, dándote permiso para fallar, aprender y disfrutar
en el camino. ¡Nobody is Perfect!