Hace muchos años escuche la distinción de “preocuparse vs ocuparse” por primera vez de la boca de Miriam Ortiz de Zárate y me impactó mucho. Es
una de las distinciones que más uso para mí misma cuando me enfrento a una situación o decisión difícil
y también en mis procesos de coaching. Con los años añadí una parte: la sobreocupación.
Hoy lo quería traer en nuestro blog deseando que esta herramienta
a ti también te pueda ayudar.
¿Cómo se distinguen estos dos primeros elementos: preocuparse vs ocuparse?
Básicamente cuando nos enfrentamos a un reto:
1/ La preocupación:
Si estamos en la preocupación estamos en la inmovilidad, en el bloqueo, en un bucle mental
en el cual imaginamos los peores escenarios
una y otra vez, o nos ponemos a pensar lo que hubiese podido ser si la situación fuera diferente, si hubiésemos hecho tal cosa en vez de la otra. Estamos fuera de la realidad
y con la incapacidad de avanzar, atrapados por el miedo, más o menos intenso, que nos bloquea.
2/La ocupación:
Sin embargo, si estamos en la ocupación, estamos en el movimiento, avanzando hacia la solución o la resolución de nuestro reto. Es decir, tenemos la capacidad de enfocarnos en lo que sí podemos hacer, lo que sí está en nuestras manos en vez de enfocarnos en lo que no depende de nosotros
(el contexto, una decisión ajena, un imprevisto, un contratiempo…) y que, en este momento, no podemos cambiar.
Cuando estamos en la ocupación, somos capaces de proponernos pequeñas acciones
que podemos llevar a cabo para avanzar y salir de una situación desagradable o de alta presión.
Por ejemplo, si me despiden en el trabajo, estar en la preocupación es quedarme atrapada en pensamientos negativos como “¿qué va a ser de mí?”, “¿y si no encuentro otro trabajo?”, “¿qué va a pasar con la hipoteca?”, “soy un fracaso” etc.
Y por supuesto, son pensamientos “humanos”
para no enjuiciarlos con otro término, qué por necesidad de supervivencia, nos pasan a muchos por la cabeza. Lo que nos permite esta distinción es no quedarnos bloqueados en estas narrativas mentales imaginarias. Ocuparnos nos permite salir de la preocupación y pasar a la acción.
No podemos cambiar la situación, la decisión no la hemos tomado nosotros, y el contexto económico en el que vivimos no depende de nosotros.
Sin embargo, hay algunas cosas que sí podemos hacer desde ya.
Si seguimos con el caso del despido, la búsqueda de trabajo sería una acción, para ella puedo: actualizar mi CV y mi perfil de LinkedIn, hablar con mi red de contactos personales y profesionales, pedir una formación o un acompañamiento como el coaching o el Mentoring de carrera a la empresa, reflexionar sobre qué es lo que me gustaría hacer a continuación (priorizando desde la situación ideal hasta la situación aceptable), redactar una lista de empresas en las que me gustaría trabajar, entrar y apuntarme en los portales de búsqueda de trabajo etc. Y no se trata solo de hacer un listado sino a continuación, priorizar las tareas más relevantes, importantes y urgentes
para poder invertir mi energía en ellas y poder así acercarme y conseguir mi objetivo
3/ La sobreocupación:
Ahora viene una tercera parte que añado a esta distinción: la sobreocupación. Por experiencia propia, y por todos los coachees que he tenido la suerte de acompañar, he podido observar que las personas que no son muy susceptibles de caer o quedarse mucho tiempo en la preocupación, suelen irse a un polo opuesto: el hacer, hacer y hacer indiscriminadamente.
Y esto significa consumir mucha energía
en mantenerse en la acción, sea cual sea, con el fin de no parar y de no reflexionar. Al fin y al cabo, es una manera de huir y de estar en la negación para no enfrentarse a la realidad.
¿Qué hacer para mantenerse en un nivel 5, en la ocupación?
- Darse cuenta: cuando te enfrentas a un reto, usa esta escala y pregúntate honestamente, ¿en qué nivel de ocupación me encuentro?
- Aléjate de la preocupación: a veces para poder saltar más lejos, necesitamos dar unos pasos hacia atrás y coger carrerilla. Si sientes que te es difícil salir del bucle de la preocupación, da un espacio a tus pensamientos negativos: apuntalos en una hoja (preferiblemente sobre papel o en su defecto, en versión digital) todos los pensamientos que te vienen a la cabeza, describe las peores situaciones que te estas imaginando, suelta todo lo que piensas que podría haber sido y que ya no puede ser. Suéltalo todo para darle su protagonismo y lugar y de esta forma, poder dejar de cargar con ello.
- Pasa a la acción: apúntate algunas cosas, por muy pequeñas que sean, ¿qué podrías hacer para volver a la acción? Si la acción es muy grande “buscar un trabajo”, trocéala en pequeños ítems para que sea más realista, llevadero y motivador.
- Aléjate de la sobreocupación:
prioriza tu listado de tareas y dedica tu energía a lo que realmente importa en este momento: ¿por dónde empezarías? Nuestra energía no es infinita, si no te quieres quemar, elige las tareas que más necesitan tu atención y pospone las demás. Vuelve a este tiempo de reflexión y de parada cada vez que te observas en un estado acelerado e hiperactivo. ¡Hazlo, tantas veces como te sean necesarias para salir del bucle del hacer y no sobre-ocuparte!
Todos tenemos una preferencia, algunos iremos con más facilidad hacia la sobreocupación y otros hacia la preocupación, preguntarte “¿cuál es mi preferencia?” puede ser un buen punto de partida, aunque no te encuentres en este momento frente a un reto.
Por ejemplo, en mi caso, mi preferencia es la sobreocupación, ¡sin lugar a duda! Desde este autoconocimiento, me puedo observar queriendo hacer, hacer y hacer cuando me enfrento a un reto y puedo desacelerar gracias a un momento de reflexión auténtico y honesto conmigo misma, ¡desde el auto-cariño…siempre!